Mi trabajo se concreta en una identidad llamada Vivero.
Aquí exploro la posibilidad de generar formas sensibles a través de la experiencia.
Una morfología que también experimenta a partir de una mezcla entre lo orgánico y lo antropomórfico.
Vivero es un cultivo de series, que practican la realización de signos recurrentes como una codificación de un lenguaje nuevo, la acción de sembrar signos.